Presentamos un breve resumen sobre el ensayo “Consideraciones
teóricas para la comprensión del sentido de lo político en la vida cotidiana”
de Zahiry Martínez Araujo (2011). En este ensayo se analiza desde una perspectiva
interpretativa cómo la gente da sentido a su vida cotidiana desde el contexto
sociopolítico actual (1999-2010), en base a la psicología colectiva de
Fernández Christlieb, la Sociología del Conocimiento de Berger y Luckmann, la
Fenomenología Social de Schutz y la Hermenéutica de Gadamer.
Para Schutz (1979) la vida cotidiana es la realidad de
primer orden, la fundamental y eminente y para Berger y Luckmann (2006) “La vida
cotidiana se presenta como una realidad interpretada por los hombres y que para
ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente” (p. 34).
Propone Schutz que vivimos el mundo “con otros y para
otros, y orientamos nuestras vidas hacia ellos” (1979; p. 39). Por ello, la
comprensión de las formas en que la vida es llevada, construida y transitada pasa
por concebir la permanente mudanza que el encuentro con el otro (igual y
diferente) exige.
Para Schutz (1979) intersubjetividad es aquello que
transita en, sobre y a partir de esta realidad entendida como mundo de la vida
cotidiana, donde viven sujetos entre sujetos, en permanente relación; es en ella
donde recae la configuración de la realidad social. Lo que propone este autor
es que la intersubjetividad no pertenece exclusivamente al conocimiento
trascendental sino que debe entenderse desde la vida diaria, desde el sentido
común, desde lo que la gente dice que vive, que siente, que piensa, que crea,
que cree.
Las personas contamos con el lenguaje no tan sólo como
un instrumento para comunicarnos y relacionarnos con las cosas, los otros y el mundo
en general, sino como el modo y la experiencia como hacemos cosas con y para
nosotros y los otros. Mientras hablamos vamos configurando las formas
sensibles, afectivas, razonables y hasta endurecidas de entendernos y dar
cuenta del sentido que tiene para nosotros la vida en el mundo. Schutz (1979)
habla del pensamiento natural como las formas intuitivas de conducirnos y
transitar en el día a día de nuestras vidas. Estas formas de relacionarnos los
unos con los otros están fundamentadas sobre el uso primordial del lenguaje como
vía, herramienta y modo de construcción de nuestra realidad, de nuestro mundo.
“La cultura cotidiana refiere a todo el conocimiento y
la experiencia que no es cuestión especializada (…) y que tiene como objetivo
construir una experiencia personal y colectiva que tenga sentido” (1987, p.
85). La construcción de esta experiencia está posibilitada por la estructura
simbólica en la que se organiza la vida cotidiana; la cual plantea Fernández-Ch
como una relación dicotómica, y que a nuestro entender pudiéramos concebir como
una relación dialéctica entre aquello que es lo comunicable y lo que es
incomunicable; organizada a su vez esta relación por una dinámica que se
desliza entre varios niveles de la intersubjetividad, a saber: el
intraindividual; el conversacional y el civil.
Es en el nivel de la civilidad donde se encuentran y
confluyen los símbolos y significados; lo público y lo privado; lo comunicable
y lo no comunicable. Lo público y lo privado son espacios, que no quiere decir que
sean fijos ni con características inherentes, sino que siempre estarán en
relación al contexto en el que emerjan, por ser procesos comunicativos.
La Politización es la resignificación de aquellos símbolos
desnudos de significados y aquellos significados que parecen estar deambulando
sin figuras o símbolos. La politización hace comunicable lo incomunicable, público
lo privado, e invita a las experiencias que se vivencian como personales, sean
debatidas en la esfera pública (Fernández Ch, 1989).
La calle parece ser el escenario consentido de la
política, en tanto que como espacio simbólico, confluyen lo público y lo
privado, lo cotidiano y lo estructural, lo personal y lo político. “Ningún otro
escenario presenta para la sociedad civil las posibilidades politizadoras del
espacio público urbano” (Fernández; 1989; p. 97).
Entendemos –al menos momentáneamente– que lo político
posee formas ambiguas y divergentes; que no emerge paralelo o tangencial, sino
en la propia dinámica de la vida cotidiana, y que transforma los significados y
símbolos que, en la relación con nosotros y los otros, se expresan y se
intercambian, en los espacios públicos y privados que delimitan el espíritu
colectivo, configurando las formas intersubjetivas de re-crear nuestra propia
realidad.
http://www.scielo.org.ve/pdf/ag/v28n54/art09.pdf
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